Un evento vascular cerebral (EVC), también conocido como infarto o derrame cerebral, ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se interrumpe, provocando daño en las células nerviosas. Las secuelas pueden variar desde alteraciones leves del habla o la memoria, hasta la pérdida total de movimiento en un lado del cuerpo.
Pero más allá de lo físico, el EVC también deja una huella emocional profunda. La recuperación no solo implica volver a caminar o mover un brazo; también es un proceso de adaptación, aceptación y fortaleza.

La vida después del EVC: desafíos cotidianos
Cada día tras un EVC representa una nueva oportunidad de superación. Sin embargo, también trae consigo retos importantes: dificultad para realizar tareas simples, frustración por la pérdida de independencia y, en muchos casos, miedo a volver a sufrir otro episodio.
El paciente puede experimentar cambios en la memoria, el estado de ánimo o el lenguaje. Estas alteraciones no deben interpretarse como falta de interés o apatía, sino como parte de la recuperación neurológica. Entenderlo con empatía evita conflictos familiares y ayuda a mantener la motivación.
La familia juega un papel clave: su paciencia y acompañamiento son fundamentales, pero también lo es aceptar que el cuidado constante puede ser desgastante. Por ello, contar con apoyo profesional puede marcar una gran diferencia tanto en la recuperación del paciente como en la tranquilidad de sus seres queridos.
El papel del enfermero en casa
La atención de enfermería domiciliaria después de un EVC se enfoca en recuperar la autonomía y prevenir complicaciones. Un enfermero no solo realiza cuidados físicos, sino que también fomenta la rehabilitación integral del paciente.
Algunas de sus funciones incluyen:
- Monitorear los signos vitales y el estado neurológico del paciente.
- Apoyar en la movilización segura, evitando caídas y lesiones.
- Colaborar con el equipo de rehabilitación (fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales).
- Vigilar la alimentación, hidratación y la administración correcta de medicamentos.
- Ofrecer apoyo emocional y motivacional, reforzando la autoestima del paciente.
Este acompañamiento cercano y profesional ayuda a que la persona se sienta segura, comprendida y capaz de retomar poco a poco su independencia.
El proceso de recuperar la independencia
Recuperar la independencia tras un EVC no sucede de un día para otro. Es un camino que requiere paciencia, constancia y empatía. Las pequeñas metas — como aprender a sentarse sin ayuda, usar los cubiertos o dar los primeros pasos— se convierten en grandes logros que fortalecen la confianza.
El papel del enfermero es esencial en cada una de estas etapas. Su presencia no solo brinda asistencia técnica, sino también acompañamiento humano. A través de la observación, la comunicación y el refuerzo positivo, ayuda al paciente a descubrir que la independencia no significa hacerlo todo solo, sino sentirse capaz dentro de sus posibilidades.

Cuidar con empatía y esperanza
La recuperación posterior a un EVC puede ser lenta, pero cada avance cuenta.
Acompañar este proceso con empatía y profesionalismo permite que el paciente no solo recupere funciones físicas, sino también su sentido de identidad y esperanza.
El cuidado en casa debe centrarse en la persona, no en la enfermedad.
Comprender sus emociones, respetar sus tiempos y celebrar cada logro son claves para una rehabilitación exitosa.
En Cuiditos, creemos que la independencia se construye con paciencia y amor.
Nuestro equipo de enfermería ofrece acompañamiento profesional y humano para que cada paso en la recuperación sea más seguro, tranquilo y esperanzador.
- Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). (2023). Rehabilitación post evento vascular cerebral. México: IMSS
- Secretaría de Salud. (2022). Guía de práctica clínica: Rehabilitación posterior al evento vascular cerebral. México: CENETEC.