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Fiebre en niños: ¿cuándo preocuparse?

Tu pequeño tiene fiebre y sientes que el mundo se detiene. ¿Lo llevo al hospital? ¿Le doy medicamento? ¿Le pongo un trapito con agua? Si alguna vez te has hecho estas preguntas, no estás sola. La fiebre puede ser una de las experiencias más estresantes como mamá, papá o cuidador. Y es normal: nadie quiere ver a un niño incómodo, lloroso o decaído. Pero también es importante saber que la fiebre no siempre es una emergencia. De hecho, muchas veces, es una señal de que el cuerpo está haciendo su trabajo.

En Cuiditos te acompañamos en esos momentos de angustia para que sepas cuándo puedes respirar tranquila y cuándo sí necesitas pedir ayuda médica.

Primero, ¿qué es fiebre?

Aunque muchos lo asociamos con mejillas rojitas o sudor en la frente, la fiebre no siempre se ve. Se define como una temperatura corporal mayor a 37.5 °C si se toma en la axila, o mayor a 38 °C si se mide rectalmente. Todo lo que esté por debajo de eso, aunque el niño esté acalorado o irritable, no es fiebre.

Y algo que pocas veces se dice: la fiebre no es el enemigo. Es la forma en que el cuerpo reacciona frente a virus, bacterias o infecciones. Es, en realidad, una señal de que su sistema inmune está funcionando.

Termómetro para medir la fiebre.

¿Cuándo sí debo preocuparme?

Hay momentos en los que la fiebre es solo un síntoma pasajero… y hay otros en los que es mejor actuar rápido. Por ejemplo, si tu bebé tiene menos de tres meses y presenta fiebre, debes acudir de inmediato al médico, sin importar si parece estar bien. A esa edad, una fiebre puede ser el único signo visible de algo serio.

También es importante buscar atención médica si el niño presenta otros signos además de la fiebre, como dificultad para respirar, somnolencia inusual, irritabilidad extrema, rigidez en el cuello, vómitos continuos, convulsiones, o si notas manchas en la piel que no desaparecen al presionar con el dedo.

Otro dato clave: si la fiebre supera los 39.5 °C o persiste por más de tres días, aunque el niño parezca estar en buen estado general, también es recomendable acudir a revisión.

¿Y si no hay signos de alarma?

En esos casos, puedes cuidar a tu pequeño en casa. Lo más importante es observar cómo se comporta. Si tiene fiebre pero aún juega, responde, come o se ríe… probablemente su cuerpo solo está batallando con alguna infección leve.

Para hacerle sentir mejor:

  • Asegúrate de que tome líquidos constantemente.
  • Manténlo fresco, con ropa ligera y un ambiente ventilado.
  • Puedes darle paracetamol o ibuprofeno, siempre según su peso y edad
    (consulta con un profesional antes).
  • No lo obligues a comer si no tiene apetito, pero sí anímalo a descansar.
  • Y muy importante: no lo arropes demasiado, incluso si tiene escalofríos.

Evita remedios caseros como aplicar alcohol en la piel o bañarlo con agua helada, ya que pueden ser peligrosos y no bajan la fiebre de forma segura.

Pequeña con fiebre.

Escucha tu instinto

Tú conoces a tu hijo mejor que nadie. Si notas que “algo no está bien”, aunque no haya fiebre muy alta o signos evidentes, no dudes en pedir ayuda. La intuición también es parte del cuidado.

Y si necesitas orientación, recuerda que en Cuiditos estamos listos para acompañarte: en casa, en hospital o incluso con una simple llamada. Porque el cuidado también se trata de estar ahí, cuando más se necesita.

  • Asociación Española de Pediatría (AEP). (2023). Manejo de la fiebre en pediatría. Recuperado de https://www.aeped.es
  • American Academy of Pediatrics. (2022). La fiebre y su hijo. HealthyChildren.org. https://
    www.healthychildren.org
  • MSD Manual. (2022). Fiebre en bebés y niños. https://www.msdmanuals.com/es-mx
  • Servicio Madrileño de Salud. (2021). Guía de actuación ante fiebre infantil. Comunidad de
    Madrid.

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